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Presentaciones

Juan Gris: Obra Gráficafebrero 2005–julio 2005

Juan Gris: Obra Gráfica

Juan Gris is one, is the one who combines perfection with transubstantiation

— Gertrude Stein

Juan Gris, seudónimo de José Victoriano Carmelo Carlos González Pérez, nació en Madrid en 1887, hijo de vallisoletano y malagueña. Su padre regentaba un negocio de papelería y la familia vivía holgadamente, lo que permitió al artista estudiar en buenos colegios. No ha podido contrastarse su formación superior, pero sí que tomó lecciones con el pintor malagueño José Moreno Carbonero.

El panorama artístico en España en esos momentos no parecía el idóneo para un joven impaciente, así que en 1906 Gris se marcha a París donde es recibido por Daniel Vázquez Díaz, quien le ayudará a instalarse y quien le presenta a Picasso.

Juan Gris se instala en el 13 de la rue de Ravignan, donde también tenía su estudio Picasso. Y es por mediación de Picasso que conoce Kahnweiler, el principal marchante del movimiento cubista.

Para vivir, el joven de diecinueve años dibuja para revistas ilustradas como “Le Témoin” o “L’Asiette au Beurre”. No es hasta 1912 que muestra sus primeros cuadros.

En el momento en que Juan Gris llega a París el cubismo empezaba a germinar. El movimiento de los “fauves” estaba llegando a su fin. Esta pintura indisciplinada y sensual, que no actuaba bajo una ley dada, no podría contar con la aprobación de alguien para quien el orden va a ser su principal preocupación.

En cambio, los cubistas pretendían reencontrar la unidad de la obra de arte, perdida con los “fauves”, y dar el máximo de información sobre el objeto representado. Y esta es la doctrina que encaja perfectamente con las premisas de Gris.

Juan Gris no será un pintor cubista más, sino el pintor cubista por excelencia.

No toleraba en sus obras nada confuso ni oscuro, nada molesto ni inquietante. Fue siempre hasta las últimas consecuencias de su pensamiento, con un rigor inexorable, casi místico.

Consideraba que el antagonismo entre el objeto representado y el cuadro era inevitable, pero que la prioridad debía recaer sobre el cuadro.

“No puedo colocarme ante un ramo de flores y copiarlo” le dijo Juan Gris un día a Picasso.

Su punto de partida consiste en ciertas leyes de composición que descubre por su cuenta. Su imaginación crea un conjunto coloreado, fuertemente estructurado, que transmite, intacto, al espectador. Son cosas simples: vasos, botella, instrumentos de música. Gris llamó poética a esta manera de pintar, indicando al sorprendido espectador relaciones entre los objetos que componen el espacio ficticio del cuadro a las que no había prestado nunca atención.

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